¿Qué es yoga?

 
 

¿Qué es yoga? No empecé a planteármelo hasta que no me convertí en profesora.
Cuando eres solo practicante de yoga no hace falta ponerle nombre a las cosas, simplemente llegas a la esterilla para que la magia ocurra.

La necesidad de definir algo nace de la importancia de acotarlo, de ponerle límites. Podríamos decir que el yoga es libre, que es patrimonio universal, pero en el momento en el que el yoga se convierte en un sistema, una profesión o un negocio es necesario que se acote su área de actuación para velar por unas buenas prácticas para todas.

Es cierto que cuando la práctica de yoga se convierte en algo importante en nuestra vida, nos preguntamos ¿qué es yoga? y siempre en ese contexto la respuesta nace de la experiencia personal. Es decir, la pregunta correcta es ¿qué es yoga para mi? Y ahí que cada uno inserte su respuesta (que, spoiler, será diferente a lo largo de los años)

Si bien este mes vamos a abordar esta pregunta desde muchas perspectivas, la primera que me gustaría poner sobre la mesa es en la que menos solemos pensar: qué es yoga respecto a límites y competencias.

 

A todos nos parecería extraño que nuestro dentista nos diera consejo sobre nuestra relación de pareja o que en la peluquería nos diagnostican una inflamación del supraespinoso. Pero no es tan extraño que eso ocurra dentro de un estudio de yoga

 

No todo el culpa nuestra (de los profesionales del yoga), no existen una ley que regule la profesión y establezca unas bases respecto a sus competencias. Es cierto que en territorio español existe lo que desde Catalunya se llama Acredita't para oficializar los estudios de yoga (que ahora mismo son prácticamente todos de carácter privado y eso implica sin un currículum consensuado que forme a profesionales en unas competencias estándar.) La intención del Acredita't es buena, pero todos los que hemos pasado por ahí sabemos que no es algo que haya mejorado la profesión ni utilice unos baremos adecuados al aplicar los filtros. Sigue siendo un sector con mucho intrusismo, competencia desleal, economía sumergida e incluso abusos.

Los mayores beneficiarios de regular el yoga son los alumnos, los practicantes. Estandarizar las competencias que deben cumplir los profesionales del yoga implica más seguridad, un entorno adecuado para la práctica, y en definitiva, una mejor experiencia de yoga.

Hasta que eso ocurra, las personas que nos dedicamos al yoga debemos ser responsables y tener presente algo tan esencial como la práctica de Yama y Niyama, en concreto ahimsa (no violencia) satya (no mentir, ser honestos). 

Como muchas veces digo, no es fácil ser profe de yoga en estos tiempos que corren, pero a pesar de todo, es muy, muy importante que sigamos haciéndolo.

 

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Samādhi