Yamas, los votos poderosos y universales
En marzo nos enfocaremos en yama, el primer paso descrito por Patanjali en su propuesta de Ashtanga Yoga.
Los yamas se denomina los “votos poderosos y universales” porque todas las personas deben cultivarlos, independientemente de la época en la que vivan, de su ocupación, edad o posición económica o social.
Literalmente “yama” significa restricción. Restricción relacionada con el control mental: cuando aparece un pensamiento negativo de violencia, codicia, etc. en seguida debemos cultivar el pensamiento contrario. Por lo tanto, yama tienen que ver con el refinamiento de nuestra mente, con las reacciones y acciones que empiezan en ella.
Hay 5 yamas:
Ahimsa (no violencia): abstenerse de dañar a cualquier ser vivo, en cualquier momento y de cualquier manera.
Todos los otros yamas tienen su raíz en ahimsa. Todos ellos tienen implícito el objetivo de no dañar. Infligir daño a los demás tiene su origen en avidya (ignorancia) y el resto de las klesas (aflicciones mentales) que, según Patanjali, son la causa del sufrimiento humano.
Ahimsa está muy relacionado con la no violencia hacia los animales. Patanjali recalca varias veces el no matar a los animales ni por su piel, ni para alimento, ni para ofrendas a los dioses. Iincluso aunque esto contradiga otros textos clásicos que sí aprueban esta última práctica o justifican la violencia por un dharma (destino o deber moral) por nacimiento, como es el caso de Arjuna, el guerrero del Bhagavad Gita.
Satya (veracidad): decir y pensar lo que es verdad en la realidad. La intención de comunicarnos con claridad y en beneficio de los demás
Si mentimos para dañar o confundir a los demás, no estamos respetando ahimsa y, además, producimos un futuro karma perjudicial. Satya requiere una gran consideración de nuestros pensamientos y una sabia elección de nuestras palabras. ¿Cómo sabemos que lo que pensamos es real / verdad? No podemos saberlo al 100%, pero al menos, si el propósito de nuestras palabras es el beneficio denuestro interlocutor, estamos más cerca de satya.
Asteya (no robar): no apoderarnos de algo que no nos pertenece.
Tiene que ver con el robo de las cosas materiales, pero también se relaciona con la tentación de querer poseer eso que no es nuestro. Restringir ese impulso mental, nos aleja del sufrimiento.
Brahmacharya (restricción sexual) controlar totalmente el deseo.
Algunos autores más contemporáneos relacionan brahmacharya con la restricción en un nivel más amplio que el estrictamente sexual. Pero Patanjali fue claro al respecto: brahmacharya tiene que ver con el celibato.
Aparigraha (no codiciar): no desear nada más que aquello estrictamente necesario para la supervivencia.
Aparigraha se relaciona con dukkha, el sufrimiento que surge desde una actitud mental equivocada que confunde la felicidad con lo material. Todo anhelo de aquello material que no poseemos nos hace sufrir. Lo curioso es que cuando conseguimos eso que deseamos, en seguida perdemos el interés y la mente busca otro objeto de deseo y satisfacción momentánea. Todo lo material de este mundo está en decadencia y, por lo tanto, no puede generar una felicidad estable y duradera.
Según el texto de los Yoga Sutras, solo cultivando los yamas, el ser humano es capaz de alcanzar la libertad espiritual (kaivalya) y abandonar la confusión de la realidad que habitamos (prakriti).
Para la mayoría de nosotros es que el control de los pensamientos es algo prácticamente imposible, por eso debemos empezar el camino controlando el cuerpo a través de asana (postura). El poder sobre el curso nos ayuda a aclarar la mente, limpiarla de ruido. Cuando practicamos técnicas físicas de yoga también desarrollamos la capacidad de escuchar los propios pensamientos y refrenar los impulsos de reaccionar a los estímulos externos.
En esencia, no existe diferencia entre practicar asana y practicar los yamas o los otros pasos propuestos por Patanjali. Todas las prácticas de yoga desembocan en el mismo lugar, solo debemos recordar el camino de vuelta, porque de ahí venimos.