La primera vez
Cuando nos proponemos aprender a tocar un instrumento musical, sabemos que pasaremos horas repitiendo muchas veces lo mismo. Lo asumimos y aceptamos incluso aunque implique aburrimiento y frustración. En este caso no dudamos de que nuestro éxito depende de nuestra dedicación y paciencia. No hay atajos. Cuando empezamos con el yoga no entendemos que se rige por el mismo patrón que el ejemplo anterior.
Para comprender la complejidad de āsana (postura) debemos ser perseverantes y abrazar sensaciones desagradables como la incomodidad o la frustración.
Recuerdo mi primera vez en una clase de Hatha Yoga: percibí la dificultad en la intensidad de la clase, pero no a la hora de ejecutar las secuencias y posturas. Desde la distancia, puedo decir que el mayor reto de esa experiencia fue colocar el cuerpo en las posturas, pero era tan inexperta, que ni siquiera fui consciente de ello.
Cuando vivimos una experiencia por primera vez, buscamos entenderla a través de la comparación con algo ya conocido. Es por eso que la primera vez en yoga identificamos sensaciones como cansancio, fricción, agitación mental, dolor, etc. Las sensaciones que nos invaden en las primeras clases de yoga nos ayudan a conectar con nuestro cuerpo (¡para muchas es la primera vez que sentimos que tenemos un cuerpo!), pero son solo una cara de la moneda: en la otra cara encontramos los verdaderos efectos de la práctica, los que no se parecen a nada conocido y se descubren como algo muy genuino, delicado y sutil. A mi me gusta decir que solo somos capaces de percibir esto cuando desarrollamos la madurez en la práctica.
Esta madurez no se puede estudiar, ni imitar, ni asimilar de golpe. Requiere de algo tan valioso y preciado como nuestro tiempo y nuestra paciencia.
El terreno donde cultivar esa madurez es el cuerpo y la herramienta āsana, la postura. Así es durante mucho tiempo (años). Después, el terreno está preparado para comprender otras técnicas, como el Prānāyāma o la práctica de concentración.
Iyengar dice que la practicante que empieza con el yoga de las posturas tiene que lanzarse a probarlo todo: imitar los movimiento que ejecutan las demás personas en clase, probar a colocar el cuerpo según las indicaciones de la instructora, etc. incluso aunque no sepa lo que está haciendo o se equivoque continuamente. Es la única manera de “romper el hielo”. En este punto es muy importante que haya un buen profesor o profesora acompañándola para que su práctica no le reste salud o le perjudique. Por eso no es buena idea empezar con el yoga con videos en Youtube :)
A medida que esa practicante repite una y otra vez la misma postura, desarrolla la inteligencia para poder ejecutarla de forma beneficiosa.
Cuando ejecutamos y permanecemos en un āsana de forma adecuada, la sensación mental en la postura es de absoluta seguridad. Cualquier sensación de duda se disipa.
Es la materialización del famoso aforismo de los Yoga Sutras sthira-sukham, que se traduce como firmeza, raíz y al mismo tiempo bienestar, comodidad.
Esta reflexión introduce y apoya el tema del mes de febrero de 2023 en el estudio de yoga: posturas esenciales. Durante estas semanas desgranaremos las complejidades de los āsanas más importantes para el desarrollo de la práctica postural. La revisión de las bases es siempre beneficioso para practicantes experimentados, ya que la madurez a la hora de ejecutarlas deja espacio para el desarrollo y entreno de la mente, el verdadero propósito del yoga. Si te encuentras dando tus primeros pasos en la práctica, este mes es especialmente interesante para construir unos buenos cimientos y avanzar con paso firme y seguro.