Conectar
¿Cómo has entrado en el año nuevo? Seguramente tu noche fue muy parecida a la mía: las 12 uvas, los buenos propósitos, la esperanza de que este año sea mejor que el anterior, etc.
Ponernos de acuerdo y hacer algo todos a la vez, nos conecta con un hilo invisible y nos hace sentir que pertenecemos a la misma tribu. Del mismo modo, desconectamos de aquellos que tienen costumbres y ritmos distintos al nuestro. ¿Has pensado que existen muchas culturas en el mundo y que para muchas personas el año empieza en otro momento del calendario?
El yoga nos recuerda que la individualidad es simplemente una construcción del Ego y que todos pertenecemos a la misma fuente, independientemente del lugar que habitemos, la cultura que se nos ha enseñado o las creencias que tengamos.
La teoría siempre funciona, hasta que se topa con su aplicación práctica:
¿cómo percibir igual a una persona muy cercana y querida y a un extraño con quien simplemente nos cruzamos por la calle?
Desde nuestra experiencia como seres humanos, construimos la realidad a partir de los opuestos: identificamos algo como positivo, agradable, cercano, etc. o como negativo, desagradable y ajeno. Como sociedad somos capaces de desarrollar y construir cosas increíbles, pero en esencia, respondemos a un instinto de supervivencia y de pertenencia muy básico.
El camino del yoga tiene como objetivo trascender esta tendencia primaria para operar en el mundo desde la ecuanimidad y la no identificación con el Ego. Las prácticas que propone el yoga entrenan la mente para no reaccionar en exceso ante determinadas situaciones, ya tengan que ver con un input identificado como positivo o como negativo.
El yoga nos enseña que para conectar hacia afuera primero debemos conectar hacia adentro. Solo cuando creamos el espacio necesario para percibir nuestro estado interno, podemos tener mejores relaciones con nuestro entorno. El camino toma también una dirección inversa:
ser capaces de sentir empatía y compasión por los demás rebaja la importancia que nos damos a nosotras mismas y nos permite vivir con menos drama y con más equilibrio.
Este mes dedicaremos las prácticas al concepto conectar. Utilizaremos las herramientas del yoga para explorarlo en todas las direcciones posibles:
La conexión con el espacio que ocupamos en el mundo a través de la experiencia del propio cuerpo en āsana.
La conexión con otras personas a través del espacio compartido de la clase de yoga
La conexión con nuestra esencia a través del estado mental en que nos colocan las prácticas meditativas
La conexión con la energía y la vitalidad desde la experiencia de Kriya y Prānāyāma.
La conexión con lo universal y lo espiritual desde el conocimiento de la filosofía del yoga.
Este año libérate de las presiones de los buenos propósitos que se sienten ajenos e impersonales. Por el contrario, dedícate a encontrar un espacio de conexión al que puedas llegar a través de la práctica siempre que lo necesites. Si te vibra, ese espacio puede convertirse en algo real en la sala de 108.