¿Somos humanos?

Por primera vez, el tema de un post no tiene que ver directamente con yoga.  Realmente creo que estamos en un momento que merece ser mirado de frente. Por supuesto, estoy hablando de Gaza.

Sinceramente, tengo sentimientos encontrados y me cuesta seguir escribiendo por el temor a que esto te parezca muy poco "yogui", porque más bien te estoy compartiendo mi opinión mientras intento encontrar un poco de luz en alguna de las enseñanzas del yoga. A pesar de todo, creo que la situación merece el riesgo y, además, ¿no será mi ego el que tiene “miedo” de ser juzgado?.

 

Lo cierto es que la guerra, la muerte y la injusticia son un recurrente en los mitos y la literatura que sostiene la filosofía del yoga. La referencia más popular es el Mahabharata, especialmente la historia del Bhagavad Gita. Y como si de una historia de ficción se tratara, octubre ha empezado con varias noticias que insinúan la precipitación de un final fatídico para Gaza: Estados Unidos junto a Israel propone la "paz" mediante un acuerdo tan cruel como vergonzoso, la tensión internacional se ha crispado aún más con el secuestro de la Global Sumud Flotilla, y de fondo,  suena el remor constante de un genocidio que ha dejado más de 21.000 niños muertos en 23 meses de guerra. 

Paralelamente a todo esto, el 1 de octubre llegó la noticia de la muerte de Jane Godall, etóloga y eminencia en el estudio de los primates, gran activista y mujer increíble (solo hace falta leer 5 líneas de su Wikipedia para darse de cuenta de lo extraordinaria que fue y lo mucho que nos legó). En uno de los estudios que realizó, demostró científicamente que los primates, especialmente los chimpancés, pueden sentir emociones complejas como amor, envidia, duelo o compasión. Y con este genocidio imparable, no puedo evitar preguntarme ¿qué nos hace humanos?

 

Irónicamente, se le he preguntado a la IA:
Lo que nos hace humanos es una combinación de habilidades cognitivas, como el lenguaje, la conciencia y la capacidad de razonamiento abstracto; la sociabilidad y la empatía, que permiten la cooperación compleja; y nuestra capacidad de crear y transmitir cultura, conocimiento y herramientas.

 

No dice nada de violencia, ego, ansia de poder o de la completa disociación respecto al sufrimiento de los otros. Caras de la misma moneda en esta tarea de ser humanos y humanas.

Eddie Stern, uno de los profesores de yoga que tengo en más estima, charlaba en un podcast sobre el mundo y el caos que lo domina, cuando dijo una frase que me inquietó y me calmó al mismo tiempo: esto que vivimos no es nada extraordinario, el mundo nunca ha sido un lugar mejor. 


Bien, si a lo largo de la historia hemos sobrevivido al caos, ¿por qué no podemos seguir haciéndolo? aunque eso implique que no hay una perspectiva de mejora en el futuro. 


A pesar de estos intentos por justificar el caos del mundo, creo que no puedo encontrar una conclusión inspiradora para este texto: la realidad es que no hay consuelo para estos tiempos que vivimos. Quizás hay que aceptar que no siempre podemos encontrar la solución a las cosas que pasan, por mucho que nos desgarren; ni podemos controlar el caos que nos rodea porque, precisamente, ese es el orden de las cosas. Quizás esta aceptación sea la manifestación más evolucionada de yoga en forma de desapego (vairagya): aplicar la ecuanimidad (que no la inapetencia ni la inacción) en momentos devastadores.

Creo que solo en un estado de desapego selectivo podemos actuar conectadas con las emociones más esenciales, las que compartimos con los chimpancés, como el amor o la compasión. Porque no actuar, no levantar la voz o la mano en contra de lo que no es humano, es imposible. Esta es una de las grandes enseñanzas de Krishna a Arjuna en el Bhagavad Gita: no hacer nada ya es un posicionamiento que acarreará su correspondiente karma. 

No puedo evitar sentirme más cerca de los animales que de muchos seres humanos ahora, ¿es el privilegio de la conciencia un regalo envenenado? Para ser totalmente humanos debemos hacernos responsables de nosotros mismos, trabajarnos en el plano psicológico, emocional y, si se quiere, espiritual. Para mi, el yoga es una herramienta muy versátil que me acompaña en la tarea de ser cada vez más humana-animal

Y parece que al final sí hemos acabado hablando de yoga. Del yoga más complicado, el que practicamos fuera de la esterilla cuando la vida nos empuja a vivir fuera de la zona de confort.

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