Āsana, postura

 

Sthira sukham asanam || Y.S.II:46 ||

La postura (o el asiento) debe sentirse estable y traer bienestar

  • Sthira: firme, estable

  • Sukham: cómodo, agradable, que trae bienestar

  • Asanam: asiento, conexión con la tierra

 

Este es uno de los aforismos de los Yoga Sutra más conocidos que nos indica en dos palabras cómo debe sentirse nuestra postura cuando practicamos.

La traducción de āsana como asiento se debe a que en la época de Patanjali no se practicaban posturas tal y como lo hacemos hoy en día, sino que el cuerpo se colocaba en una posición determinada para favorecer la meditación.

En esa época (aproximadamente siglo IV-V de nuestra era), nadie dudaba de que āsana era una herramienta para alcanzar otro estado de conciencia y no una meta en sí misma como lo suele ser para los practicantes de hoy en día. 

Entonces, ¿Cómo hemos llegado a desarrollar un sistema de posturas tan complejo y diverso?

 

Los primeros yogis practicantes de posturas

Que no se asociase āsana a las posturas físicas no sentadas, no quiere decir que no hubiera prácticas donde se usara el cuerpo de forma muy similar a la que hacemos hoy en día. El antecedente de las posturas actuales son los tapas (literalemente, generar calor). Se sabe que los yoguis renunciantes ya las practicaban desde hace más de 2000 años.

Tapas incluye muchas otras técnicas además de sostener una pose por un largo tiempo, pero centrándonos en tapas como antecedente de āsana, podemos decir que se practicaban posturas (como algunas de las que se muestran en la imagen siguiente) con el objetivo de mortificar el cuerpo para poder trascender el estado mental presente.  Se dice que a través del fuego (Agni) que despierta el esfuerzo y la disciplina en āsana conseguimos quemar las impurezas, dejar de generar karma y ver nuestra verdadera naturaleza.

 

Tapas y āsana en los Yoga Sutras

Ya hemos visto como los textos de la época de Patanjali hablan de āsana como posturas sentadas destinadas a la meditación, al control de la respiración, a las prácticas de visualización o repetición de mantras. No fue hasta la edad media que se asocia la palabra āsana a cualquier postura, no necesariamente las sentadas.

En los Yoga Sutras se menciona tapas como una parte necesaria de la vida yóguica, hasta el punto que Patanjali la indica en varios de los métodos propuestos, en kriya yoga y en ashtanga yoga. Pero volviendo a āsana… es interesante ver como en los comentarios de los Yoga Sutras (bhasya) hay una lista de los āsanas a los que se refiere Patanjali:

Padmasana, Virasana, Bhadrasana, Svastikasana, Dandasana, Sopasraya (traducción: “con soporte” ya en la época utilizaban una cuerda para sostenerse en algunas posturas), Paryanka, Kruncha-nisadana, Hasti-nisadana, Ustra-nisadana, Sama-samsthana.

Cuando estas posturas se pueden mantener sin  esfuerzo, se llaman posturas yóguicas. 

Padmasana, Virasana, Bhadrasana y Svastikasana. (Las ilustraciones son de un libro del siglo XVIII pero coinciden con los comentarios de los Yoga Sutras.

 

Del asiento a las secuencias dinámicas

A partir del siglo VI de la era común se establecen prácticas que tienen que ver, sobre todo, con el Tantra Yoga. Esta corriente desarrollada a través de varios linajes y culturas, se considera uno de los antecedentes del Hatha Yoga (a partir del siglo VIII), cuya máxima representación es el texto del Hathapradipika (s.XV).

Lo importante de esta evolución ni siquiera son las posturas del método en sí, sino un cambio de paradigma que da sentido a lo que de estructurará posteriormente en los manuales medievales de yoga: la visión del cuerpo como una mapa divino.

Antes de todo, se habla de asana como la primera parte del hatha yoga. Habiendo hecho asana, uno obtiene estabilidad (firmeza) de cuerpo y mente; ausencia de enfermedades y ligereza (flexibilidad) de las extremidades.

Hathapradipika 1.17

Si bien los renunciantes practicaban tapas para mortificar el cuerpo, los yoguis posteriores observan la necesidad de mantener el cuerpo libre de enfermedades y ágil para poder impactar en el flujo de energía y en el estado mental. Además de āsana se enseñan otras técnicas como mudra o banda o la teoría de la kundalini y el cuerpo sutil.

Desde el siglo XII se describen algunas posturas sentadas en textos de hatha yoga. A partir del siglo XIV se desarrollan otras posturas como mayuransana, kukutasana, paschimotanasana o savasana. 

En el Hathapradipika se desarrollan apenas 15 posturas y no es hasta el siglo XVIII y XIX en el texto del Hathabhyasapaddhati donde se desarrollan 112 posturas y secuencia muy dinámicas, parecidas a algunas de las que hacemos hoy en día.

 

Āsana llega a occidente

En el siglo XIX ocurre un gran intercambio cultural entre oriente y occidente. El yoga no se queda al margen: los yoguis de la época se quena fascinados por la cultura del cuerpo que viene de prácticas como la calistenia o la halterofilia y los occidentales sienten una curiosidad folclórica por los rituales de yoga.

Simplificando muchos años de colonialismo inglés y pasando por episodios como la llegada de los Beatles al ashram de Maharishi Mahesh en Rishikesh o el descontento después de las guerras mundiales o el ascenso de la New Age, podemos decir que la base del yoga moderno postural tiene su origen en los yogas de principios y mediados del siglo XX, que son consecuencia del intercambio cultural de finales del siglo anterior.

Se considera a Kishnamacharya el padre del yoga moderno, ya que practicantes de renombre como B.K.S. Iyengar, su hijo Desikachar, Pattabhi Jois o Indra Devi desarrollaron sus métodos en occidente en base a sus enseñanzas. Exiten muchos otros linajes que han proliferado en occidente y cuya base de la práctica es āsana.

Krishnamacharya practicando técnicas de yoga.

Para la mayoría de practicantes de la época actual, yoga es sinónimo de āsana. El resto de técnicas son anexos que la complementan y que suelen quedar relegadas a momentos puntuales.

Realmente nuestra mente del siglo XXI, impaciente y cargada de estímulos, necesita un esfuerzo físico para poder enfocarse y calmarse. Es lógico que usemos la herramienta que tenemos más a mano, el cuerpo, para conseguir cambiar el estado mental.

Ya no queremos mortificar el cuerpo ni usarlo como un mapa divino, nos vale con aliviar los dolores derivados de una vida sedentaria y rebajar un poco la intensidad mental. Podemos pensar que hemos entrado en una época de completa banalización del yoga, pero si el yoga es tan flexible y versátil como para poder dar soluciones a tantas personas durante tantos siglos, dejemos que el yoga siga su curso y practiquemos esa ecuanimidad mental en la que tanto insiste el yoga. Tal y como dijo P. Jois “practice, and all is coming”.

 
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